Ven a jugar conmigo, le propuso el Principito.
-No puedo jugar con tigo –dijo el zorro-, no estoy domesticado…
-¿Qué significa domesticar?...
-Es una cosa ya olvidada –dijo el zorro-, significa crear lazos.
-¿Crear lazos?-Verás –dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil. Pero si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro… Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sol…
Por favor… domestícame.
-Bien quisiera –le respondió el Principito- pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer cosas.
-Sólo se conocen bien las cosas que se domestican –dijo el zorro-.
Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo domestícame!
-¿Qué debo hacer? -preguntó-.
-Debes tener mucha paciencia.
De esta manera, el Principito domesticó al zorro…
-Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo.Volverás a decirme adiós y te regalaré un secreto.…
-He aquí mis secreto: sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible para los ojos… Lo que hace más importante a tu rosa es el tiempo que has perdido con ella… Los hombres han olvidado esta verdad pero no debes olvidarla. Eres responsable de lo que has domesticado.
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