Un maestro ya retirado de su oficio se encontraba atendiendo su negocio.Entra, como tantas personas,una mujer,que le sonríe mientras es atendida y antes de irse le dice:
_Usted fue mi maestro_
El caballero, sorprendido,comienza a recordar, o a intentar recordar...pero los recuerdos se le vienen a borbollones:la escuela, los chicos, el campo,el patio, el mástil, el saludo a la bandera, los niños en fila, sus ojitos curiosos,sus sonrisas tímidas, las aulas, las pizarras gastadas...el polvo de tiza...y ya no sabe si se le nublan los ojos de lágrimas o es el recuerdo de las mañanas de abril...y recorre sin querer también la huerta,hasta que absorto en los recuerdos le dice la alumna, ahora ya mujer, :
_Puedo darle un beso...?
Maestro...si te rindieran homenaje en el medio de una plaza con gente aplaudiendo pensando en nada...si te hicieran una placa,que al pasar la gente ni la leyera...o te regalase algo material que el tiempo se encargaría de deteriorar...nada podría ser mas sincero que ese pedido, en el que tu alumna, sin siquiera ella notarlo, sintió el imperioso deseo de volver el tiempo atrás.Un tiempo en el que la niña fue feliz,que el mundo era algo por descubrir, y en su inocencia de niña...el porvenir era bueno.Un pasado feliz en el que tuviste mucho que ver,y tal vez en ese momento no tuviste la plena conciencia de la dimensión de tu trabajo en cada niño que paso por tus manos.
Porque mientras ellos pasaron por tus manos...te quedaste en sus corazones...
Porque mientras creías que enseñabas letras, números,valores...fuiste tu sembrando amor.
Ese día en que tu alumna te dijo...puedo...? te diste cuenta, emocionado, que es el tiempo de la cosecha...
¡Feliz día, maestro!
Claudia
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